TOP NEWS

Thursday 19 September 2013

Los tesoros culturales de Bosnia-Herzegovina

Mientras que Croacia es el imán turístico de los Balcanes y miles de alemanes e italianos visitan sus playas, recorren sus islas y fotografían sus ciudades amuralladas, al otro lado de los Alpes Dináricos, Bosnia y Herzegovina ofrece a sus visitantes otra clase de atracciones relacionadas con la historia, la cultura y la arquitectura de los Balcanes.

Mostar es uno de esos tesoros culturales. Su antiguo puente de piedra, reconstruido en 2004 con las herramientas y las técnicas originales del siglo XVI, evoca los tiempos en que los guardianes del puente, los Mostari, cobraban peaje a los viajeros. A su alrededor, las mezquitas y las instituciones musulmanas dan fe de la influencia otomana. Al alejarse del centro, se pueden ver ruinas de mansiones de esa época. Sus dueños no tienen el dinero necesario para reconstruirlas con todos los detalles que exigen las leyes de protección histórica. Sin embargo, uno puede imaginar fácilmente la belleza de sus mejores años.

El pueblo amurallado de Pocitelj
Al igual que en Croacia, Bosnia tiene sus pueblos amurallados. Počitelj es una pequeña villa al lado del río Neretva. Durante la Edad Media fue un punto de gran importancia estratégica por estar ubicado en el límite este del reino bosnio. A lo largo de los siglos, húngaros, otomanos y venecianos conquistaron esta ciudad, agrandaron su fortaleza y extendieron sus muros. Su importancia decayó a partir del surgimiento del Imperio Austro-Húngaro. Esto trajo como consecuencia la preservación de su carácter arquitectónico medieval. La altura del minarete y las tres cúpulas de la entrada a la mezquita son muestras de una forma de construcción atípica en este rincón del mundo, lo cual señala el valor que tuvo la ciudad durante su edificación. Hoy, los habitantes que regresaron después de la guerra esperan que pronto la UNESCO declare al pueblo “Patrimonio de la Humanidad”.

La fuente del río Buna y el monasterio derviche
Alrededor de Mostar existen dos lugares de peregrinaje religioso. En Međugorje, desde 1981 hasta la actualidad, seis chicos han sido testigo de las supuestas apariciones de la Virgen María. Este pueblo es hoy, con un millón de visitantes por año, el tercer sitio de peregrinaje católico en Europa. En sus calles solo se ven hileras interminables de hoteles y puestos de ventas de estampitas, rosarios e imágenes religiosas. Por esta razón, uno se siente en una ciudad construida para vaciar los bolsillos de los creyentes. La otra cara de la moneda es Blagaj. Un monasterio y un mausoleo derviche son la atracción principal de este pueblo. En su interior se puede ver la sencillez con que vivían los miembros de esta cofradía religiosa musulmana. En el exterior el paisaje es imponente: el edificio se levanta al pie de un acantilado al lado del naciente del río Buna. Allí uno siente la paz interior propia de los lugares religiosos.

Al observar Sarajevo desde lo alto de la fortaleza, me di cuenta de la dimensión que tuvo la guerra en este país. Sobre las colinas que rodean la ciudad se ven grandes manchas blancas: los cientos de lápidas de mármol blanco de los cementerios. Para no quedarme con esta impresión lúgubre, regresé a ese sitio de noche y el panorama ya era otro: las luces de las casas sobre las lomas y la iluminación de la ciudad formaban un paisaje precioso.

Vista de Sarajevo desde lo alto de su fortaleza
Mientras que los eventos más importantes que ocurrieron en esta capital están relacionados con conflictos armados (el asesinato del heredero al trono del Imperio Austro-Húngaro y el sitio de Sarajevo), esta ciudad es también un ejemplo de la convivencia pacífica entre musulmanes, católicos, judíos y ortodoxos. Las catedrales —una de ellas católica y la otra, ortodoxa— y la mezquita más grande de Bosnia están ubicadas a solo unos metros de distancia entre ellas. Así, después de admirar sus edificios y recorrer su bazar, abandoné la ciudad cuando el velo de la guerra comenzó a ponerme triste.

La capital de la República Srpska, Banjaluka, donde gobiernan los serbios, sufre un fenómeno político-tecnológico particular. En el centro de la ciudad, los rascacielos del gobierno y del canal de televisión estatal traen modernidad al paisaje urbano. El stand de información turística con pantalla táctil y los molinetes con lectores de códigos de barras en la estación de colectivos demuestran el amor de los dirigentes por el progreso. Pero más allá de estas innovaciones, las casas de las inmediaciones de los rascacielos parecen no haber sido pintadas en veinte años, uno de los modernos molinetes no funciona y para utilizar la pantalla táctil uno tiene que aplicar una presión desmesurada con el dedo gordo.

El centro de Banjaluka
Uno descubre en pequeños detalles la honradez de la gente del lugar: en el maletero que te devuelve algunas monedas cuando uno le entrega la propina y en el mozo que regresa de la cocina para avisarte que los platos son muy grandes para una persona y que conviene cambiar la orden.

El turismo en el país viene creciendo a un siete por ciento anual desde el 2000. Así que no pasará mucho tiempo hasta que encontremos turistas en cada rincón del territorio: sobre el puente de Mostar, delante de los muros de Počitelj, en el monasterio de los Derviches y sobre las colinas de Sarajevo. Después de haber conocido los encantos de estos lugares, es mi deseo que esos turistas sepan reconocer la historia de los tesoros culturales que visitan.

Aquí puede ver todas las fotos de Mostar, Sarajevo y Banjaluka.

0 comentarios: