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Tuesday 23 July 2013

Kosovo, un país a la espera de los primeros turistas

Kosovo es una república insegura arrasada por la guerra sin nada para ver. Mientras que este preconcepto puede haber sido verdad hace unos años, hoy Kosovo es una nación con ciudades multiculturales y una población hospitalaria y joven altamente calificada.

La fortaleza evoca los tiempos de grandeza de Prizren
Al llegar a Prizren, la ciudad con más importancia histórica del país, es fácil descubrir la excepcional hospitalidad de los kosovares. En la oficina de información en la estación de colectivos me atendió un anciano. No hablaba inglés pero recordaba algunas palabras en alemán. Así nos entendimos. Cuando me estaba por ir, cerró la oficina y me agarró del brazo. Yo ya estaba asustado. No sabía qué iba a pasar después y sólo un hombre mayor yacía sentado en un banco en toda la estación. Así, seguí en silencio al anciano hacia afuera, donde estaban las plataformas. Me hizo parar en el lugar exacto donde debía esperar el colectivo al día siguiente. Allí me soltó la mano, repitió el horario del ómnibus en alemán y se despidió. Se fue con la seguridad de saber que yo había entendido todo. Mientras tanto, a mí ya se me había pasado el susto.

El encanto de Prizren nace de su multiculturalidad. Los albaneses musulmanes y cristianos son la mayoría étnica, sucedidos por los bosnios, los turcos y en último lugar, los roma y sinti. Esto se traduce en una mezcla de mezquitas e iglesias a lo largo y lo ancho del pueblo. A pesar que estos edificios están protegidos por la policía, el último hecho de violencia en la zona ocurrió hace ocho años.

Vista de Prizren desde la fortaleza
Prizren fue importante no sólo como centro religioso de los serbios y ruta comercial hacia Europa Central sino también como punto de encuentro de los nacionalistas albaneses en el siglo XIX. Su antiguo castillo y los puentes de piedra que adornan el río que corre por el medio de la ciudad nos evocan estos tiempos. La influencia de Turquía es aún hoy significativa: muchas de las obras de reconstrucción son financiadas con capitales turcos, existen dos partidos políticos de esa minoría étnica y en el 2011 ese país se ofreció para mediar entre Kosovo y Serbia.

Al igual que en el resto de los Balcanes, alrededor de la mitad de la población está desempleada. Por eso, los cafés de la ciudad están llenos a toda hora cualquier día de la semana y la gente mata el tiempo tomando macchiatos con amigos. El dinero proviene de la ayuda social que reciben las familias.

En el momento en que subía la colina hacia la fortaleza, me di cuenta de la excelente formación escolar y académica de los kosovares. Un alumno me preguntó en albanés de dónde venía. Al ver que no entendía, repitió la pregunta en inglés. Tenía acento británico. Después de nombrar a la Argentina, Maradona y Messi, ya toda la clase me había rodeado. Otro chico me habló en alemán cuando escuchó que vivía en Munich. Ninguno de ellos tenía más de doce años. También conocí ingenieros que crecieron y estudiaron en Alemania —donde sus familias recibieron asilo— y que con orgullo regresaron para reconstruir su patria.

Caminando por el centro de Pristina
Mientras que Prizren es una muestra de historia kosovar, la ciudad capital, Pristina, carece de personalidad. Al caminar por sus avenidas, uno se siente abrumado por los cientos de pequeños comercios que solo venden bagatelas. Casi no hay espacios verdes y el gris del hormigón de las calles y los edificios afean el paisaje urbano. Tampoco se ven casas con historia, ni siquiera ruinas de mansiones del periodo de dominio otomano o serbio. En el centro hay una zona peatonal con muchos cafés, algunos restaurantes caros y las sedes de los organismos internacionales. Pero a solo quince minutos de allí se encuentra uno de los monasterios más antiguos e importantes de la Iglesia Ortodoxa Serbia, cuyas paredes interiores son adornadas con frescos del siglo XIV.

Ahora, habiendo dejado de lado los prejuicios, sentido la notable hospitalidad de su pueblo y admirado la multiculturalidad de sus ciudades, puedo afirmar que Kosovo es un destino que merece ser descubierto. La reconstrucción ha terminado y ya no hay peligros para los turistas.


Aquí puede ver todas las fotos de Prizren y Pristina.

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