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Saturday, 23 January 2010

Bruselas

17 es demasiado
Una vez vi en Madrid a un grupo de chicos de jardin de infantes que paseaban con sus maestras cerca del Museo del Prado. Cada uno iba atado con una soga a la cintura del siguiente. En ese momento me pareció un crimen. Pero ahora despues de ir con un grupo de 17 becarios a Bélgica, no opino lo mismo.

Por favor, todos en el mismo vagón!
Para ahorrar unos euros, compramos pasajes de tren grupales. Eran muy baratos pero exigían que cada grupo, uno de 5 y otro de 13 personas, viajarán juntos en el mismo vagón. En el caso que alguien se distrajera y perdiera el tren, tendria que volverse por sus propios medios.
Al llegar a la estación del centro de Essen teniamos 30 minutos de espera, por lo que cada uno aprovecho para desayunar o comprar algo para el viaje. Un par de minutos antes de la hora de partida estabamos todos en el andén salvo tres chicas. Con lo maniatico que soy con los horarios, se pueden imaginar lo preocupado que estaba. Poco después subimos y se cerraron las puertas. Pense que al menos se quedaron en Essen y no en una ciudad desconocida. Pero por suerte la preocupación duró poco: nos llamaron y nos avisaron que estaban en el primer vagón.
En Aachen agradecí que hayamos ido en grupo porque casi perdemos el tren, si todos se hubieran dejado llevar por mis indicaciones. En nuestro andén había dos trenes parados y dos carteles con el destino de cada uno. Estuvimos casi diez minutos parados frente al tren equivocado, sin notar que el otro era el nuestro. Por suerte, Gonzalo se dió cuenta y subimos.

Pisando suelo belga
La primera combinación en territorio belga fue en la futurista estación Liège-Guillemins.


Check-in grupal, una mala idea
Confiado en mi habilidad para hacer cuentas y en mi capacidad de organización, decidí que al llegar al hostel ibamos a juntar el dinero y hacer el pago. Fue un lio y estuve casi 40 minutos tratando de entender los números que me daba el recepcionista de lo que había que pagar. Para agregar presión algunos no tenian cambio, otros querian pagar con tarjeta y habíamos contado dos veces a una chica. Fui mi error y la próxima vez voy a juntar el dinero antes, a pesar que eso normalmente lleva bastante tiempo.
A pesar de todo, debo decir que al final nos salió más barato de lo que había calculado.

Cenando a las cinco de la tarde
Desde que llegamos a la estación de Bruselas quedo claro que había pequeños grupos dominantes y que la mayoría iba a recorrer la ciudad por su cuenta. Al principio me enoje un poco porque nadie avisaba que se iba y me pareció una falta de respeto, pero yo me divertí mucho con mi grupo, así que no me puedo quejar.
Alrededor de las cuatro partimos para el centro de la ciudad. Fuimos a la plaza principal, que junto con la de Brujas es una de las más lindas que vi. Allí cerca está la estatua de la niña que trae suerte y del niño que hace pis. Los belgas son muy buenos vendedores porque la estatua del niño mide un metro o menos y no tiene nada de particular, pero lograron convertirla en una atracción turística y fabricar toda clase de souveniers con la silueta del niño.
Después comenzó a llover por lo que decidimos buscar un lugar para comer. Nos acompañaron durante todo el paseo dos amigas de Soledad, que vivían en Bruselas y con ellas fuimos a un par de pubs. Me sorprendió que en una misma casa pueda haber un restaurant en el subsuelo y un pub arriba.
No había lugar en ningún lado y nos contentamos con un restaurant donde nos dejaron compartir el menú del día entre dos personas. Me lleve la impresión que los belgas son muy hospitalarios porque las porciones que nos dieron eran más de la mitad de las originales.
Dos horas más tarde, cuando salimos del restaurant, era de noche. Nos despedimos y nos pusimos a recorrer la ciudad. Vimos iglesias, edificios importantes y monumentos, pero sin saber la historia de cada uno de ellos, no me llamaron mucho la atención. Quiero volver a Bruselas porque esta vez tuve poco tiempo y está a un paso de Alemania.

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